sábado, 26 de noviembre de 2011
BARCO DE MARIPOSAS (S. DALÍ)
CAMPO DE AMOR (BLAS DE OTERO)
Si me muero, que sepan que he vivido
luchando por la vida y por la paz.
Apenas he podido con la pluma,
apláudanme el cantar.
Si me muero, será porque he nacido
para pasar el tiempo a los de atrás.
Confío que entre todos dejaremos
al hombre en su lugar.
Si me muero, ya sé que no veré
naranjas de la China, ni el trigal.
He levantado el rastro, esto me basta.
Otros ahecharán.
Si me muero, que no me mueran antes
de abriros el balcón de par en par.
Un niño, acaso un niño, está mirándome
el pecho de cristal.
luchando por la vida y por la paz.
Apenas he podido con la pluma,
apláudanme el cantar.
Si me muero, será porque he nacido
para pasar el tiempo a los de atrás.
Confío que entre todos dejaremos
al hombre en su lugar.
Si me muero, ya sé que no veré
naranjas de la China, ni el trigal.
He levantado el rastro, esto me basta.
Otros ahecharán.
Si me muero, que no me mueran antes
de abriros el balcón de par en par.
Un niño, acaso un niño, está mirándome
el pecho de cristal.
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poesía universal
jueves, 24 de noviembre de 2011
10 ESTRATEGIAS DE MANIPULACIÓN (NOAM CHOMSKY)
1. La estrategia de la distracción
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. La estrategia de la gradualidad
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de diferir
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores"
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
9. Reforzar la autoculpabilidad
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. La estrategia de la gradualidad
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de diferir
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores"
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
9. Reforzar la autoculpabilidad
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.
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miércoles, 23 de noviembre de 2011
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LEÓN TOLSTOI (1828- 1910)
DENTRO DEL ENGRANAJE
martes, 22 de noviembre de 2011
COSAS DE OSHO
1.Sólo unos pocos rebeldes iluminados alrededor del mundo… y temblarán todos los tronos de poder
2. Si eres capaz de dormir, eres capaz de despertar.
3. El rebelde espiritual no tendrá ningún pasado ni ninguna historia. Solamente tendrá el presente y un vasto futuro abierto, no dominado por el pasado muerto.
4. Nunca ha habido ninguna seguridad.
5. La vida puede desaparecer en un momento.
6. Más vale que te apures o te quedarás sin planeta.
7. ¿Cuál es la diferencia entre el rebelde y el revolucionario? El revolucionario pregona que cambiando la estructura social es suficiente para cambiar al hombre. El rebelde es un fenómeno espiritual. Su actitud es absolutamente individual. Su visión es que si queremos cambiar la sociedad, tenemos que cambiar al individuo.
8. El rebelde amará al mundo porque el mundo -la existencia- es nuestra fuente de vida.
9. El rebelde no pertenece a ninguna ideología, a ninguna filosofía ni teología.
10. Encuentra la dirección que te produce regocijo, Dirígete hacia la estrella que hace repicar campanas en tu corazón. Eres tú el factor decisivo. ¡Nadie más!
ME ABSTENGO
Hace tiempo que tomé la determinación, escasamente comprendida o compartida por la gente que me rodea, de ejercer mi derecho a la abstención en todas y cada una de las elecciones que se han convocado en los últimos años. No es, dicen, una actitud excesivamente popular y democrática la de quedarse en casa cuando el país en conjunto debe opinar, quitar y poner gobiernos o decidir sobre asuntos transcendentes. Por tal razón, lo sé, soy criticado y tenido por un ser anti- social, cargando sobre mis hombros la responsabilidad de que gane (o pierda) tal o cual formación política, como si todo dependiera de mi voto. Ciertamente, no me considero tan importante para aceptar tamaña responsabilidad, pero sí considero oportuno dar razones para mantener tal actitud.
He llegado a la conclusión, tras pensarlo mucho, que la determinación de no votar responde más a un sentimiento que a una ideología. Simplemente, por encima de cualquier otra consideración relativa a la utilidad de los votos, no me siento representado por ninguno de los partidos que pretenden (y consiguen, con o sin mi voto) representarnos en el Parlamento y, por lo tanto, permanezco en casa, esperando la creación de un partido cuyas ideas coincidan con las mías, y debo reconocer que, para que eso ocurra, mucho debe cambiar la mentalidad del país y, si me apuran, del mundo. Mientras, me sigo asombrando ante los retóricos de talante demagógico que afirman que el voto no ejercido beneficia al partido mayoritario, que es mejor votar en blanco o votar a cualquiera, con tal de ejercer el sagrado derecho, al que no se puede renunciar. Creo, sin embargo, en el voto en conciencia, y es esa misma conciencia la que me impide ir a votar.
Pero este sentimiento no sólo me retiene a la hora de lanzarme hacia las urnas como reacción primaria, para ejercer mi derecho de ciudadano. Si lo pienso más, el sentimiento se extiende hasta la vergüenza. En efecto, me avergüenza que yo, de vocación más bien izquierdista, jacobina incluso, tenga que tragar y ofrecer mi voto a quien realmente no lo merece por su nefasta labor al frente del gobierno, o tenga que regalar mi voto a gente en la que no creo, para frenar el ascenso al poder de otros, que prometen ser tan nefastos como los anteriores. Prefiero quedarme en la seguridad de que mi voto no irá a parar a ninguno de los candidatos, perpetuando el fraude, que no servirá de excusa para que unos y otros sigan justificándose, amparados en la legitimidad que les otorga el hecho mismo de la votación.
En definitiva, creo que votar es una forma de pasar por el aro, de aceptar una serie de cosas con las que no estoy dispuesto a comulgar, empezando por el sistema económico imperante: el nefasto liberalismo económico, la globalización de la economía, el injusto reparto de las riquezas, el destrozo sistemático del planeta y tantas otras cosas derivadas de la condescendencia con el capitalismo. El poder no sale de las urnas, el poder sale del dinero y es él quien dirige el destino de mi país y del mundo entero. Hasta que eso no cambie (y es sólo el principio), mi voto no puede ser más que una carta de libertad para la injusticia.
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domingo, 20 de noviembre de 2011
Blog de un gran alterescritorhttp://alterescritor.wordpress.com/
sábado, 19 de noviembre de 2011
JOSEPH CONRAD (1857- 1924)
miércoles, 16 de noviembre de 2011
HACE FALTA MUUUCHA RELAJACIÓN
ITACA (KAVAFIS)
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
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poesía universal
lunes, 14 de noviembre de 2011
SÉ TODOS LOS CUENTOS (LEÓN FELIPE)
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos
Que los huesos del hombre lo taponan con cuentos
Y que el miedo del hombre...
Ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad,
Pero me han dormido con todos los cuentos...
Y sé todos los cuentos.
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poesía universal
BIENVENIDO, Mr MARSHALL
Ayer, domingo, fue el día de Acción de Gracias. Hubo comida en familia, un paseo bajo el sol primaveral y una pequeña fiesta con barbacoa. Los niños jugaron al béisbol en el jardín hasta el anochecer. Fue una fiesta perfecta, un año más; pero por la noche, cuando todos dormían, no pude evitar bajar a la bodega, donde no llegan los inquisidores ojos de las cámaras, mi último refugio. Allí, entre toneles vacíos y artefactos de gimnasia que nadie usará jamás, rescaté mi tesoro secreto. Me sentí emocionado al verme en otra realidad, una sensación antigua y olvidada de vivir en otro lugar. Pequeños retales de los viejos tiempos, cuando aún no éramos un estado de la Unión. Bajo la débil luz de una lamparilla, abrí con temblor la caja de cartón y desparramé sobre el suelo todo lo que queda del pasado, lo que no pudieron encontrar las Brigadas Civiles en sus numerosos registros. Son sólo fetiches que antes no tenían apenas importancia. A veces ni sé por qué los guardo después de tantos años, por qué no me acostumbro a pensar como los demás y me digo que debo ser un buen norteamericano aunque haya nacido en Badajoz.
Miré mis tesoros en la penumbra: un ejemplar del Quijote manoseado y con inequívocas huellas de uso en sus amarillentas páginas; un bote de aceitunas sevillanas ya demasiado añejas; la portada de un disco de Antonio Molina; un abanico desvencijado; un ejemplar del Marca; una concha jacobea... Forman parte de mi vida, y no estoy dispuesto a renunciar a ella aunque esté prohibida la posesión de artículos anti- norteamericanos. Tampoco voy a dejar de escribir este diario, íntegramente en español, por si alguien en el futuro se vuelve a preocupar de cómo éramos y cómo vivíamos en este lugar, ahora llamado Spain. Según una versión oficial, no tenemos pasado, y ésta es una verdad comúnmente aceptada. Ha pasado demasiado tiempo para que los jóvenes se preocupen por esto
Ya sólo quedamos los “coleccionistas”, guardianes del recuerdo, ocultos en la clandestinidad de nuestras bodegas o desvanes. No podemos hablar con nadie de nuestros tesoros, ni siquiera se lo comentamos a nuestras propias familias para no comprometerlas. Un coleccionista o un encubridor se arriesgan siempre a ser condenados a muerte. No conozco a nadie como yo. Sé de la existencia de otros coleccionistas al leer las listas de detenidos que publica el Lincoln Times semanalmente. Somos pocos ya, cada vez menos. Me gustaría poder hablar con alguien en español, pero nadie parece conocer el idioma, ni aún en privado. Es desolador. Empiezo a olvidar el significado de algunas palabras, aunque intento mantener fresco el recuerdo leyendo de vez en cuando algunos pasajes del Quijote en la bodega, pero ayer no me apetecía leer, sólo recordar. Eso sí, ni las cámaras que nos vigilan en todas partes ni los registros de las Brigadas Civiles han conseguido que yo deje de pensar en mi propio idioma.
Procuro guardar las formas durante el día. Acudo con regularidad a los rodeos del Garden Coliseum (Antes Las Ventas), hablo un inglés muy correcto y hasta como pollo frito con chips y hamburguesas en el Fast Food que han abierto cerca de mi casa, y lo hago para que me vea todo el mundo, para evitar sospechas. Hago lo que quieren que haga, sólo soy un pobre jubilado, no hago daño a nadie pero desconfían de mí.
Pensaba en todas estas cosas arrodillado junto a mis tesoros, la mirada húmeda, sin poder ocultar la emoción. Me encontraba aturdido, pesaroso con esta visión del pasado, cuando Lincoln City era Madrid, y Jefferson Street, la calle de Alcalá. Parece tan lejano ya... Ellos educaron a mis hijos en el odio a todo aquello que yo amo, y ahora educan a mis nietos de igual forma: fríos, calculadores, inmersos en un consumismo atroz. Jamás conocerán lo que yo pude ver cuando era pequeño y los Estados Unidos no eran más que una país demasiado poderoso al otro lado del océano. Para ellos, Norteamérica es también España, Italia, Dinamarca, y en algo tienen razón, ya que nuestra forma de ser, nuestra cultura, ha desaparecido por completo. Yo, sin embargo, intento no olvidarlo, aunque sólo sean ya fugaces destellos de la memoria. Entonces sí sentía que estaba viviendo en mi tierra. Ahora sólo me queda el recuerdo, representado por este montón de cosas prohibidas.
Después, guardé todo en la caja de cartón y volví junto a mi mujer, con el alma retorcida aún por la nostalgia. Ella estaba haciendo un pastel de frambuesa. Me preguntó dónde me había metido y tuve que mentir una vez más con lágrimas disimuladas. En la televisión, los Tigres de Detroit se enfrentaban a los Osos de Denver. La luna se ocultaba entre espesos nubarrones...
domingo, 13 de noviembre de 2011
LUGAR PARA RELAJARSE
SÓLO POR HOY
· Sólo por hoy seré feliz. Seré tan feliz como decida serlo.
· Sólo por hoy trataré de ajustarme a lo que soy y tengo en lugar de querer adaptar todas las cosas a mis deseos y caprichos.
· Sólo por hoy cuidaré mi cuerpo para que funcione como una máquina perfecta.
· Sólo por hoy trataré de fortalecer mi mente aprendiendo algo útil, desterrando la pereza mental y la apatía física.
· Sólo por hoy seré agradable, me mostraré cortés, tendré el mejor aspecto posible, no encontraré defectos en nada ni trataré de enmendar la plana a nadie.
· Sólo por hoy trataré de vivir únicamente este día sin abordar todo el problema de mi existencia a la vez. Cada día es diferente.
· Sólo por hoy tendré un programa. Puede ser que no lo cumpla al pie de la letra, pero lo tendré. Así evitaré las plagas del apresuramiento y la indecisión.
· Sólo por hoy no experimentaré temor, especialmente, no tendré miedo de ser feliz, de gozar lo que es hermoso, de amar y de creer, sin más que aquellos que amo también me aman.
· Sólo por hoy pensaré y actuaré con alegría.
· Sólo por hoy pensaré que el tiempo resuelve muchas cosas, incluso puede resolver lo que hoy me preocupa.
· Sólo por hoy tendré media hora tranquila y en solitario para mí mismo y descansaré. En este tiempo, soñaré con proyectos cercanos alejando pensamientos de pesar y desasosiego.
BASTA YA DE CURRAR!!
sábado, 12 de noviembre de 2011
¿CÓMO VA LA GUERRA?
Aquí no puede estar, señor. Esto es zona de guerra.
Te equivocas, muchacho, esto es zona de pesca. Llevo veinticinco años viniendo aquí domingo tras domingo y sé bien lo que me digo. ¡Hay salmones de ocho kilos! Este es mi gran día y no me lo va a arruinar su estúpida guerra, así que si piensan seguir con esos cañonazos, apunten para otro lado porque podían ahuyentarme a los salmones. Vamos a llevarnos bien.
El joven soldado se limpió el barro de la cara, estupefacto. Aquel hombre montado en un viejo modelo de coche debía estar loco. Venir a pescar en medio de un campo de batalla ¡Menuda estupidez! Además, el hombre, que dijo llamarse Goddle, se había traído a toda la familia: La mujer, cuatro niños pequeños y un Cocker. A su alrededor, sólo desolación: alambre de espino, cráteres de obuses, árboles quemados. La tierra parecía ceniza, el mundo entero estaba en guerra y al señor le apetecía ponerse a pescar.
El señor Goddle aparcó un poco más allá, junto al río, sacó del portaequipajes una cesta de mimbre y una pequeña banqueta, que colocó cuidadosamente en la orilla, y empezó a preparar los aparejos ante la mirada absorta del soldado, que tardó en reaccionar. Los niños ya habían bajado del coche y correteaban unos detrás de otros. La madre empezó a hacer la comida.
Un momento. Creo que no me ha entendido bien. Estamos en una zona de guerra y están jugándose la vida. Caen muchos obuses por aquí.
Le he entendido perfectamente, pero sus obuses no me interesan. Con tal de que no me asusten la pesca, pueden ustedes disparar todo lo que quieran. Creo que soy una persona razonable.
Usted está chalado, pero ese es su problema. Le quedan cinco minutos de vida. Van a comenzar los bombardeos en este sector y no les va a quedar ni un trozo sano. Yo ya les he avisado.
Vale, vale. No hace falta ponerse trágicos. Ustedes sigan con su guerra que yo me ocuparé de lo mío. Por cierto, hace un día espléndido para la pesca ¿Lo es también para la guerra?
En la guerra no hay días espléndidos.
¡Oh, que lástima! Entonces se aburrirán muchísimo.
No crea, siempre hay algo que hacer.
Entiendo ¿Y por qué se lucha esta vez? Espero no haber sido muy indiscreto con esta pregunta. Ya sabe, a lo mejor es un secreto entre ustedes, los militares.
No es un secreto, pero yo no lo sé. Presto poca atención cuando me lo intentan explicar.
Debería ser un poco más aplicado, muchacho. Esas cosas tienen su importancia.
¡Bah! Yo sé disparar una ametralladora, que es lo que me hace falta en estos momentos. Y ya basta de tonterías. Si han decidido quedarse, será la última vez que les vea. Voy a dar parte a mis superiores.
Vaya, joven, vaya. Cumpla con su deber. No es mi intención entretenerle. Y tengan cuidado con los niños. Son muy traviesos y si se descuidan les pueden robar un tanque de esos, pero no se preocupen, yo se lo devolveré.
El soldado no respondió, se dio la vuelta y desapareció saltando entre los cráteres. Entonces el señor Goddle, satisfecho, se sentó en el taburete, encendió su pipa, colocó el cebo y pasó un dedo por el sedal antes de hacerlo volar sobre su cabeza, arrojándolo al agua con un fuerte impulso de sus muñecas. El hilo parecía de oro bajo el sol de la mañana. Poco después, como estaba previsto, comenzó el bombardeo, pero nadie de la familia Goddle se inmutó. No les gustaba meterse en asuntos ajenos. Los niños siguieron jugando, la madre miró al cielo por un momento y luego volvió a clavar los ojos en la novela que estaba leyendo mientras se calentaba el aceite. Algunas bombas cayeron muy cerca, pero no mostraron el más mínimo interés. El señor Goddle parecía preocupado por la pesca. A mediodía cesó el bombardeo, y pocos minutos después apareció un teniente acompañado de dos soldados.
¿Siguen vivos? No sé cómo han podido sobrevivir, pero ahora tienen que salir de aquí. Ya está bien de bromas.
¿Les hemos molestado mucho? Lo siento. Les diré a mis chicos que dejen de colarse en las trincheras. Una guerra es una cosa muy importante ¿No es cierto, oficial? Las guerras no hay que tomárselas a broma. A mí me gustaría participar, pero en confianza, prefiero la pesca. A propósito ¿Cómo va la guerra? Menuda paliza le habrán metido a los de ahí enfrente.
Hacemos lo que podemos, que no es mucho. El enemigo es duro de pelar.
¿Y creen que habrán terminado antes de anochecer? Es el mejor momento para que piquen los peces.
Voy a ordenar a mis hombres que los desalojen. No se preocupen, les dejarán en el hospital psiquiátrico más cercano. No me obliguen a utilizar la fuerza.
¿Fuerza? Aquí no hace falta la fuerza. Para su guerra es posible, pero aquí basta con un poco de habilidad. Hay que esperar el momento justo para tirar, luego ir recogiendo el carrete con suavidad pero con firmeza.
No me interesa.
Entonces tal vez le interese más esa espléndida tortilla. Huele que alimenta.
Eso sí que es verdad, pero no me van a convencer ni por esas. Tengo órdenes de sacarles de aquí. Están en plena zona de combate.
Pero eso ya se lo expliqué a su compañero. Vamos a ver si nos entendemos. Yo he venido a pescar y eso es precisamente lo que estoy haciendo, lo que he hecho siempre en domingo desde hace muchos años. No me importa que ustedes estén haciendo una guerra en este mismo lugar, aunque en realidad sí debería importarme que se dediquen a matarse unos a otros, pero ya ve, lo paso por alto. De todas maneras, comparando estupideces, ustedes me llevan ventaja. Son ustedes los que deben irse a casa y dejarse de niñerías. ¿No saben que hablando se entiende la gente?
Es un asunto de Estado.
No. Los que tiran las bombas son ustedes y sus vecinos de ahí enfrente. Los estados siguen donde estaban. Y ahora ¿Quiere compartir esta tortilla con nosotros? Es grande como la rueda de un carro.
Por supuesto que el teniente se queda, querido. Le he echado doble ración de patatas pensando en usted y en sus soldados. Creo que se come muy mal en las guerras – Dijo la señora Goddle-. Además, ahora no están pegando tiros.
¡ Eso, eso, que se queden a comer! –Exclamaron los niños -.
Pues ya está todo dicho.
El teniente y sus soldados volvieron a su posición con el estómago lleno. Antes de irse, les dio de plazo hasta la puesta de sol para abandonar la zona. Se estaba preparando un ataque de proporciones colosales. El señor Goddle iba a concentrarse de nuevo en la pesca cuando recibió una nueva visita.
¿Tiene permiso de pesca?
¡Oh, vamos, Michael! Sabes que nunca he necesitado de ningún permiso para pescar aquí.
Pero está prohibido pescar.
El viejo guarda había decidido reanudar su faena. A él sólo le preocupaba vigilar las montañas. La guerra era cosa de otros. Y ahí estaban ellos reviviendo una escena de antaño, desgajada del mundo. El guarda y el pescador furtivo un momento antes de iniciar una amena conversación.
Parece que este año aún no han regresado los patos.
Sí. Tal vez este tiempo tan húmedo. Cualquiera diría que estamos en junio.
Se había reanudado el tiroteo, pero ninguno cambió su expresión. Preferían pensar que la guerra había dejado de existir. Se sentaron frente al río, donde había cadáveres flotando.
Hoy no creo que pesques mucho, Sam. El agua baja muy turbia. Los mineros estarán echando sus porquerías otra vez, seguramente.
Dos campesinos, más abajo, en el valle, volvieron a arar por donde hacía muy poco que había pasado un regimiento de tanques. Ellos también se habían cansado de la guerra, estaban en época de siembra y querían hacer lo que habían hecho toda la vida por encima de la cabeza de todo el mundo. Y más allá, una mujer volvía a ordeñar sus vacas, que mugían agradecidas. Un martín pescador se lanzaba al agua una y otra vez. La naturaleza estaba recuperando su normalidad a pesar de la guerra.
Desde la trinchera, el general no podía creer lo que estaban viendo a través de sus anteojos. La gente parecía ignorar la guerra, aunque las bombas volvían a caer muy cerca de ellos, cada vez más cerca, como si los artilleros se hubiesen puesto de acuerdo para acabar con el elemento civil invasor. El señor Goddle dejó la caña, sacó una botella de coñac y fue a sentarse junto al guarda forestal.
Parece ser que hoy no vamos a pescar nada, dijo con resignación.
Yo diría que no, Sam. Pero eso no importa. Júrame que no te moverás de aquí.
Por supuesto que no me moveré, ya me conoces.
Eso me tranquiliza. Así tendré buena compañía.
El general maldijo en voz baja y dieron órdenes inapelables a sus oficiales. La ofensiva se llevaría a cabo por la noche, tal como estaba previsto, y si aún quedaba suelto algún loco de aquellos, que Dios se apiade de su alma. La tarde empezaba a alargar las sombras.
Hubo novedades un poco después. Los centinelas avanzados avisaron de la llegada de dos coches más, que aparcaron junto al cacharro del señor Goddle. Se trataba de dos matrimonios cargados de hijos que decían haber encontrado un lugar ideal para acampar. El guarda les saludó muy amablemente y les dio algunas advertencias sobre cómo controlar un fuego y otras muchas cuestiones relativas a la seguridad en la naturaleza. Los campesinos terminaron su faena y se sentaron bajo el tronco quemado de un cerezo con un trozo de queso y una botella.
En la trinchera ya estaba todo preparado para el ataque. Se habían repartido máscaras antigás y ración doble de munición. Los tanques se despojaron de sus camuflajes y sus motores rugieron como viejos leones. La actividad era febril. Por doquier volaban las órdenes y las consignas. Los artilleros seguían con su incesante bombardeo. Todos esperaban la orden de su general, a las once y diecisiete.
Los habitantes del pueblo, que habían vuelto a sus casas medio derruidas, se dejaron ver. Apenas tenían comida, pero el dueño de la fonda reunió todo lo que pudo y organizó un gran festín para todos en las afueras, junto a los restos de una alameda. Había ganas de celebrar algo, lo que fuese. La señora Goddle dijo que faltaban dos días para el cumpleaños de la pequeña, y ese ya era suficiente motivo para una celebración. Todos brindaban y reían a grandes voces mientras los niños, que ya eran más de veinte, jugaban al escondite entre los socavones y las casas en ruinas. Tras la cena llegó la hora de los cantos. Hicieron un gran corro con las sillas y uno por uno fueron saliendo al centro a cantar alguna copla cuanto más subida de tono, mejor.
A las once y quince, el general pospuso el ataque y bajó a hablar con los del pueblo. Al principio nadie le hacía caso. Tuvo que ponerse en el centro del círculo y cantar una copla para que se fijaran en él.
Vamos a ver, porque así no hay quien haga una guerra. No es nuestra intención disparar contra civiles, pero si persisten en su actitud, daré la orden de avanzar aunque sea por encima de sus cadáveres. Estamos en una batalla muy importante, y la historia no puede detenerse para ver cómo se divierten ustedes. Vuelvan a sus casas y dejen ya de interrumpir la ofensiva. Está en juego el honor de nuestro país.
Por eso mismo - dijo el alcalde -. El mundo entero se está riendo de su estúpida guerra, que al final no servirá para nada. Se pasan el día tirando bombas, arruinando nuestros campos y encima nos pide que nos encerremos en casa para que puedan destrozarlo todo sin interrupciones. Si quieren disparar contra nosotros pueden hacerlo, pero seguiremos cantando aquí hasta que nos dé la gana porque estamos en nuestro pueblo, no sé si me entiende.
Perfectamente –respondió el general, indignado – Pero resulta que este no es un asunto nuestro, son ellos los que nos quieren invadir y nosotros nos defendemos. Debería darles vergüenza, nosotros representamos a todo el país.
El país debería buscar mejores representantes, y no lo digo por usted, que parece una buena persona. Pero ¿No hay forma de entenderse sin liarse a mamporros? Quiero decir, si los otros se comportan como bestias, nosotros no tenemos que hacer lo mismo. Dos no pelean si uno no quiere. Recoja sus cosas y verá cómo los otros se vuelven por donde han venido.
Ustedes se han vuelto locos ¡Eso es deserción ante el enemigo! El Ejército es muy tajante en cuanto a todo esto. Tenemos una larga tradición de hechos gloriosos en defensa de la Patria y no nos gustan los traidores. Tampoco nos gustan las víctimas civiles porque desprestigian nuestra segura victoria, por eso les pido por última vez que reconsideren su actitud y sean razonables.
Lo siento, pero no podemos ayudarle. A nosotros esta guerra sólo nos produce fastidio, y estamos hartos de escondernos. Queremos llevar una vida normal ¿Es mucho pedir?
¿Debo entender eso como una negativa a colaborar?
Conque lo entienda nos basta.
Entonces deben atenerse a las consecuencias.
Sin esperar respuesta, el general subió al jeep y volvió a sus líneas. Primero pensó plantarles en las narices toda una descarga de morteros del ochenta y ocho, tal vez así fuesen más razonables. Las guerras no se pueden detener de esa manera, no es serio. Aquellos civiles merecían un escarmiento, sin duda, pero un general debe actuar con prudencia. Cargarse civiles, aunque sean muy testarudos, no es ninguna gloria, y no quería asumir unas responsabilidades que no eran de su incumbencia. Por eso no le importó sacar de la cama al Primer Ministro, que estaba furioso. Pero cuando se enteró del motivo de la llamada se puso más furioso aún. Dijo que con pueblos así era imposible ganar una guerra y que habría que militarizarlos a todos para poder fusilarlos a gusto, pero al final se mostró más razonable y ordenó que el ataque se llevara a cabo por otro valle al día siguiente.
- Espero que en los demás pueblos, la gente se comportará como debe –dijo el Primer Ministro antes de colgar. Y estaba en lo cierto: El señor Goddle ya estaba enseñando a pescar a una docena de mozos del pueblo vecino.
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